El Monasterio de Santa Catalina
de Siena, o Convento de Santa Catalina, es un complejo turístico religioso
ubicado en el centro histórico de Arequipa, departamento de Arequipa, Perú.
La ciudadela se ubicó al sur del
Perú en la ciudad de Arequipa fundada el 10 de setiembre de 1579 y ubicada en
una zona que destaca por su belleza natural, clima acogedor y que dispone de un
gran material con el cual se construye y se sigue haciendo la arquitectura de
esta ciudad, el Sillar. Arequipa es denominada la “Ciudad Blanca” por el
importante uso de esta piedra porosa de lava volcánica que ha permitido
construir con identidad, además de espacios y proporciones de gran valor
estético. Prácticamente la ciudad entera fue construida en esta piedra. En el
monasterio existen dos tipos, el sillar blanco que proviene del Volcán Chachani
y el rosado del Misti, este último emblema de la ciudad. La ciudadela ocupa un
terreno de 20.000 metros cuadrados y está absolutamente aislada de la ciudad a
pesar de que se ubica en el corazón de ésta. Un gran y sólido muro de 4 metros
de altura aislaba la vida de las mujeres que habitaban el monasterio.
El encanto de esta ciudadela
reside en la solidez y plasticidad de sus volúmenes, y la belleza que maestros
y alarifes lograron en la arquitectura de esos recintos mediante soluciones
arizantes como los arbotantes o la construcción de recias arquerías asentadas
sobre pilares.
En los interiores, las cúpulas y
las cubiertas de bóveda amplían considerablemente el espacio y aumentan la
sensación de fortaleza de los edificios. Se percibe así mismo, sobre todo en la
zona de las callejas, la intervención de albañiles que, carentes de un diseño
propiamente arquitectónico, fueron levantando muros, tejados, celdas, patios y
portadas de sencillo planteamiento.
El actual edificio atesora
espléndidas piezas de arte, como un altar barroco de madera tallada y dorada,
de un cuerpo y tres calles, que exorna la capilla, y varias pinturas de la
escuela cusqueña.
Debido a los constantes
terremotos que se vio afecto el monasterio, las familias de las religiosas
optaron por construir celdas únicas y privadas para cada uno de ellas. Lo que
provocó que hubiera sectores ordenados y a falta de un plan otros con un
notorio desorden. Durante casi dos siglos en la época virreinal, los claustros
y celdas del monasterio han sufrido diversas modificaciones, agregados y nuevas
construcciones que hacen que Santa Catalina se haya convertido en un mostrador
escala humana de la arquitectura colonial arequipeña.
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