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Laguna Huacachina



La laguna de Huacachina es un oasis ubicado a cinco kilómetros al oeste de la ciudad peruana de Ica, en medio del desierto costero del Pacifico. De aguas color verde esmeralda, surgió debido al afloramiento de corrientes subterráneas y alrededor de ella hay una abundante vegetación compuesta de palmeras, eucaliptos (especies introducidas) y la especie de algarrobo conocida como huarango, la que sirve para el descanso de las aves migratorias que pasan por esta región. Todo ello contribuye a hacer de Huacachina uno de los lugares más vistosos y bellos de la costa peruana. Conocido también como el oasis de América.

Su gran atractivo como paraíso natural, el cálido clima imperante todo el año y el poder curativo atribuido a sus aguas (antaño, ricas en sustancias sulfurosas y salinas) hicieron que Huacachina se convirtiera, alrededor de 1940, en uno de los más importantes y exclusivos balnearios peruanos de entonces. Se construyeron casas y hoteles, se levantó un hermoso malecón alrededor de la laguna, con barandas, alamedas y vestidores para bañistas. Incluso se asfaltó el camino que une a la laguna con la ciudad de Ica, al que se sembró de ficus, acacias y huarangos. Aunque el paso del tiempo se hace notar, el balneario todavía mantiene bastante de la prestancia de sus mejores épocas. Dos sobrevivientes de esa época son el hotel Mossone, construido en los años 1920 y lugar predilecto del presidente Augusto B. Leguía y Salcedo y el Hotel Salvatierra, lugar predilecto de artistas como Sérvulo Gutiérrez, hotel en cuyo interior se pueden apreciar las obras que pintara el artista para el local.


Leyenda de Huacachina: Una de la versiones de la laguna de Huacachina trata sobre una joven doncella llamada Huacay China que se enamoró de un joven guerrero, pero después de casarse el guerrero tuvo que ir a una guerra en la que murió, tras enterarse de la noticia la joven Huacay China se impregnó de tristeza y fue a llorar al campo de girasoles donde se habían visto por primera vez. La joven Huacay China lloró día tras día, hasta que las lágrimas de su llanto formaron una pequeña laguna. Un día cuando ya oscurecía un joven guerrero pasó por la laguna y vió a la joven Huacay China, al darse cuenta de que la observaban empezó a correr, cuando el joven guerrero ya la iba a alcanzar ella se lanzó a la laguna. Espero durante horas hasta que el joven guerrero se fuera, cuando salió se dio cuenta que ya no tenía piernas, era una hermosa sirena, dándole así el nombre a la laguna. La leyenda dice que cada noche de luna nueva, la joven sale de la laguna para llorar por su amado.

Otra de las versiones es la siguiente:


Cuenta la leyenda que hubo una vez una hermosa doncella llamada Huacca China que se enamoró de un joven guerrero. Un día el joven guerrero fue a luchar en una batalla y pasado algún tiempo la hermosa doncella recibió la mala noticia de que su joven amante había muerto. Tras la horrible noticia, Huacca China impregnada de tristeza fue al lugar donde ella y su amado se vieron por primera vez. La hermosa doncella sufría y lloraba cada día recordando a su amado. Un día, la doncella vio a través del espejo de mano que tenía, que un joven le estaba observando, y cuando el joven del espejo intentó acercarse, la doncella huyó de él y empezó a correr, pero en su intento por escapar soltó el espejo, este cayó y se rompió dando origen a una laguna, la misma que hoy es conocida como la Huacachina. Seguidamente los vestidos que le cubrían también cayeron, formando las dunas (cerros). Finalmente, ella se sumergió en la laguna que acababa de formarse y tomó la forma de una .

El oasis de Hacachina atrae cada fin de semana a miles de visitantes en procura de disfrutar de sus aguas tibias y de color verde.


La Huacachina ha conseguido que ya no sea considerada interesante sólo por su mítica laguna, en la cual se pueden dar relajantes paseos en bote, sino también por sus cumbres afiladas y perfectas, de hasta 250 metros de riesgo vertical. Convertidas hoy en un codiciado destino para pruebas nacionales e internacionales de sandboard, sus dunas, al igual que las pistas de esquí más renombradas del mundo, cuentan con nombres propios: La Catedral, Santiaguillo, Orovilca, Norte Orovilva y Saraja.




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